jueves, 30 de mayo de 2019

Ramiro Amarelle en una entrevista para La Voz de Galicia

                            -Hábleme de Ramiro Amarelle.
-(...) Buff... casi no sé ni describir quién es. Es que casi no lo sé ni yo. Ramiro Amarelle es fútbol playa. Antes, jugador. Ahora, entrenador, instructor de la FIFA y defensor de su deporte.Imaxe relacionada

-¿No hay Ramiro Amarelle al margen del deporte?
-Siempre hay vida fuera de eso, pero es la referencia más obvia. Hice más cosas, pero sobre todo las hice vinculadas al fútbol y a los niños. Mucho de lo que haces te define y te representa. A mí, el deporte me ayudó a reconocerme y formarme en valores. Y, encima, me dio una carrera profesional. ¿Quién soy yo? Un chico, bueno ya no tan chico, coruñés más que disfruta con lo que hace, con viajar y conocer mundo y con la suerte de vivir de una actividad que antes no existía.
-Y todo, por un torneo de verano en Riazor.

-Pues sí. Increíble. Un episodio de verano. Con 19 años, la empresa que lo gestiona a nivel mundial me vio jugar dos veces y me dijo si quería vivir de esto. Junto a esas viejas glorias, pero que eran mis ídolos. Y te dicen: «Ven a jugar con nosotros, vas a flipar y vas a ser el líder». Y dices: «¿Por qué no?». Fue muy circunstancial, lo que condicionó toda mi vida posterior. Uno se adapta a las circunstancias que rodean su vida y hace tiempo que decidí que me gustaba el fútbol playa. Todavía ahora alucino que todo, incluida una carrera profesional de alto nivel, llegase de aquel torneo de verano.

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-Pensaría «si sale bien...».
-Es que bien ya ha salido. Realizado me siento. De no ser nada, a lo que soy y vivir de ello...
-Uno de esos ídolos a los que aludía era Quique Setién.
-Empaticé mucho con él. Me pareció una referencia. Después formé parte de su proyecto de fútbol en Santander (hasta la llegada de Piterman) y en Lugo. Pero cuando llegó el turno de Las Palmas pensé que el fútbol playa era donde debía orientarme. El fútbol es poco estable. En fútbol playa, con lo joven que es, hay proyectos a medio y largo plazo.
-¿Cómo el de China, de la que usted es ahora seleccionador?
-Sí. Tenemos que adaptarnos unos a los otros. Ellos conciben el deporte en términos olímpicos: repetición hasta la perfección y la ley del más fuerte. Yo intento introducir otro tipo de dinámicas propias del fútbol playa. Son culturas diferentes. Hay que tener paciencia. Tienen muchos medios y les preocupa el deporte como transmisor de valores.
-Ahí coinciden.
-Exacto. Y el fútbol playa me dio un contexto donde plasmar lo que me habían enseñado en casa: educación, respeto, imagen, sacrificio y constancia. Por eso pasó de no ser un deporte a ser un deporte FIFA. Y por eso los niños son los que más me aportan. Gratitud, satisfacción y felicidad. Ellos por intentarlo y yo por participar en su proceso educacional. El deporte como medio para educar en valores. Fíjate en el rugbi. La gente valora lo que has intentado hacer. No son las palabras bonitas lo que vale, sino los hechos.

-¿El fútbol playa ya es tomado en serio?
-Sí. De ahí a que se practique...
-¿Le reconocen por la calle?
-Qué va. La gente del mundillo... el fútbol es una excepción. Y es una pena, porque salvo figuras como Nadal o Gasol, muchos deportistas se sacrifican y no tienen reconocimiento social.
-¿Son un ejemplo?
-Siempre he sido vergonzoso para pedir o firmar autógrafos. Tuve la suerte que la referencia haya sido Setién y los veteranos., siempre dispuestos a sentarse con el público. ¿Pero cómo no lo iban a hacer? Hay de todo en todos los lados, entre los aficionados y los deportistas. Quizás si fuesen otros a mi lado, mi visión sería diferente.
-¿Pierde el arraigo por viajar?
-En mis negociaciones, una clave es poder estar en casa con frecuencia. Si pudiese estar en A Coruña todos los días, no viajaría.
-¿Hasta cuándo estará haciendo chilenas?
-Ya no hago muchas, apenas para enseñar. El fútbol playa es muy exigente físicamente, la arena requiere mucho a nivel coordinativo.
-¿Qué piensa cuando se quejan en el fútbol de que la hierba es irregular?
-Je, je... es que ellos necesitan que el balón ruede bien... y nosotros, que ruede mal...
-¿Qué le queda por hacer?
-Tantas cosas... en A Coruña, un recinto indoor de deportes en arena y llevar a los niños de la escuela a viajar por todo el mundo. De hecho, estamos en ello: Reino Unido, Italia, Estados Unidos... que tengan experiencias impagables, que conozcan otras culturas, formas de vivir, educación. Dedico mi tiempo libre a eso.

-¿Qué no haría nunca?

-(...) Bufff... No me planteo cosas tan trascendentales. Solo trato de predicar con el ejemplo.
-¿Cocina?
-Poco. Pero me gusta. Lo que pasa es que viajo tanto que principalmente vivo de hotel y apenas tengo oportunidad. Una cosa que me encanta son mis desayunos campechanos.
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-Elija música.
-Me gusta de todo. Si me apuras, Marc Anthony. Pero siempre como entretenimiento, no como motivación. Yo, la motivación, la tengo intrínseca.
-Otra de sus pasiones...
-El ajedrez. Sigo con mucha atención el Mundial entre Carlsen y Caruana. Demuestra que en todo se puede evolucionar. Es muy competitivo, casi imposible marcar diferencias, con un gasto mental brutal muy superior a muchos deportes. Cierto que no tiene la parte de movilidad que exige un deporte... el debate está abierto. Me gustaría aprender más y charlar con grandes maestros para aprender cómo prevén las acciones.
-¿Libros?
-Me gusta Donna Leon. Leo autobiografías de deportistas. Aunque las haya comerciales, siempre sacas cosas. Leer nunca está de más.
-¿Series o películas?
-Antes, más series. Pero las estoy aparcando para leer más. Me viene mejor.
-¿Era muy playero?
-Es que la playa ya no me volvía loco antes de jugar a esto. No era el típico lagarto.
-¿Algún sitio por viajar?
-Roma me encanta, pero lo que quiero hacer es una ruta en coche por España. Hay de todo por conocer.

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